El el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, en preparación al Año de la fe ha preparado cuatro sermones para el tiempo de Cuaresma dedicados a los cuatro grandes doctores de la Iglesia oriental: Atanasio, Basilio, Gregorio de Nisa y Gregorio Nacianceno.
De este último el padre capuchino ha señalado que ya en la antigüedad se le llamaba “gigante de la Trinidad”, gran teólogo, por haber dado su personal contribución a la clarificación del dogma trinitario. Su mérito fue el haber dado a la ortodoxia trinitaria su formulación perfecta, con frases destinadas a convertirse en patrimonio común de la teología. “Para san Gregorio la Trinidad no era una verdad abstracta, o solamente un dogma: era su pasión, su ambiente vital, algo que hacía vibrar su corazón tan sólo nombrándola”.
“Un dios que fuera solo puro Conocimiento o pura Ley, o puro Poder (dice el Padre Catalamessa), no tendría necesidad de ser trino. Pero un Dios que es sobre todo Amor, sí tiene necesidad. Y la “puerta” para entrar en la Trinidad ha afirmado el padre capuchino “es solo una: Jesucristo. Con su muerte y resurrección Él ha inaugurado para nosotros una vida nueva y viviente para entrar en el santo de los santos que es la Trinidad y nos ha dejado los medios para poderlo seguir en este camino de regreso”. El primero y más universal es la Iglesia”.
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