A su llegada a Brasil el Papa manifestó ante las autoridades que lo recibieron: "No traigo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo".
Y agregó: "He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón. Permitan, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes".
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