El Santo Padre ha dirigido estas palabras a los jóvenes:
“Ayudados por el itinerario (de formación), habéis aprendido a reconocer las cosas estupendas el Espíritu Santo ha hecho y hace en vuestra vida y en la de todos los que dicen 'sí' al Evangelio de Jesucristo. Habéis descubierto el gran valor del Bautismo, el primero de los sacramentos, la puerta de entrada de la vida cristiana. Lo habéis recibido gracias a vuestros padres (…) que se han comprometido a educaros en la fe”. (…)
“Ahora habéis crecido y podéis decir vosotros mismos vuestro 'sí' a Dios, un 'sí' libre y consciente. El sacramento de la Confirmación confirma el Bautismo y efunde sobre vosotros con abundancia el Espíritu Santo. (…) Tenéis ahora la posibilidad de acoger sus grandes dones que os ayudan, en el camino de la vida, a convertiros en testigos fieles y valerosos de Jesús. Los dones del Espíritu son realidades estupendas que os permiten formaros como cristianos, vivir el Evangelio y ser miembros activos de la comunidad”.
“Os digo con fuerza: ¡Tended a ideales altos, (...) sed santos! ¿Es posible ser santos a vuestra edad? Ciertamente. (…) Lo demuestra el testimonio de tantos santos coetáneos vuestros, como Domenico Savio o María Goretti. La santidad es la vía normal del cristiano: no está reservada a pocos elegidos, sino abierta a todos. Naturalmente, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo.(...) Y con la guía de nuestra Madre, (…) la Madre de Jesús, María. (…) Que la Virgen María custodie siempre la belleza de vuestro 'sí' a Jesús, su Hijo, el grande y fiel amigo de nuestra vida”.
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